la Luna que me mira,
el viento se me lleva,
me faltan vitaminas.
Calles de tus entrañas,
callejones sin salida,
laberintos de condena
y meadas las esquinas.
Salí a por la vida,
donde no encontrara el roce,
y llegué por la escalera,
al acantilado del suicida.
Ya no notaba el aire,
ni el humo de los coches,
pa indignaos agachados
policía con garrotes.
Y así me volví menos hombre,
y dejé a la sociedad aparte,
al ver las grandes masacres,
y pasar tanta vergüenza ajena.